¿Podemos vestirnos a la moda y ser más sustentables?

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Los jeans que vestimos, las blusas e incluso esos hermosos vestidos exhibidos en los escaparates de las famosas tiendas de ropa, tiene enormes impactos ambientales en nuestro planeta, desde la década del 2000, la producción de moda se ha duplicado y se calcula que se triplicará para 2050, según la American Chemical Society.

La producción de poliéster, que se utiliza en gran parte de la moda rápida que es más económica, así como en la ropa deportiva, se ha multiplicado por nueve en los últimos 50 años. Debido a que la ropa se ha vuelto tan barata, se desecha fácilmente después de usarla solo unas pocas veces.

Una encuesta encontró que el 20 por ciento de la ropa en los Estados Unidos nunca se usa; en el Reino Unido, es del 50 por ciento. Las compras en línea, disponibles día y noche, han facilitado la compra impulsiva y la devolución de artículos. Los consumidores promedio compran un 60 por ciento más que en 2000 y lo conservan la mitad del tiempo. Además, en 2017, se estimó que el 41 por ciento de las mujeres jóvenes sentían la necesidad de usar algo diferente cada vez que salían de casa. En respuesta, hay empresas que envían a los consumidores una caja de ropa nueva todos los meses.

El impacto ambiental de la moda

La moda es responsable del 10 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por el hombre y del 20 por ciento de las aguas residuales globales, y requiere más energía que los sectores de la aviación y el transporte marítimo combinados.

Impactos en el agua

La moda global también consume 93 mil millones de toneladas métricas de agua limpia cada año, aproximadamente la mitad de lo que los estadounidenses beben anualmente.

El algodón es un cultivo especialmente demandante de agua. Por ejemplo, un kilogramo de algodón utilizado para producir un par de jeans puede consumir entre 7 mil 500 a 10 mil litros de agua, la cantidad que una persona bebería durante 10 años. La producción de algodón también requiere pesticidas e insecticidas, que contaminan el suelo; además, los escurrimientos de los campos de algodón fertilizados, lleva el exceso de nutrientes a los cuerpos de agua, causando proliferación de algas y eutrofización.

El proceso de teñido de telas, que utiliza productos químicos tóxicos, es responsable del 17 al 20 por ciento de la contaminación industrial mundial del agua.

Contribuciones al cambio climático

Para satisfacer la necesidad de pulpa de madera de la industria de la moda para fabricar telas como el rayón, la viscosa y otras telas, se talan 70 millones de toneladas de árboles cada año. Se espera que ese número se duplique para 2034, acelerando la deforestación en algunos de los bosques en peligro de extinción del mundo.

La industria de la moda produce 1,2 millones de toneladas métricas de CO2 cada año, según un estudio de la Fundación MacArthur. En 2018, generó más emisiones de gases de efecto invernadero que el carbono producido por Francia, Alemania y el Reino Unido juntos. El poliéster, que en realidad es plástico hecho a partir de combustibles fósiles, se usa para alrededor del 65 por ciento de toda la ropa y consume 70 millones de barriles de petróleo cada año. Además, la industria de la moda utiliza grandes cantidades de plástico a base de combustibles fósiles para embalajes y ganchos de colgar.

Tenemos que tomar en cuenta que menos del 1% de la ropa se recicla para hacer ropa nueva. Las fibras de la ropa son polímeros, largas cadenas de moléculas unidas químicamente. Lavar y usar la ropa acorta y debilita estos polímeros, por lo que cuando se desecha una prenda, los polímeros son demasiado cortos para convertirse en una tela nueva y resistente. Además, la mayoría de las tecnologías actuales de reciclaje de textil a textil no pueden separar tintes, contaminantes o incluso una combinación de telas como el poliéster y el algodón.

Como resultado, 53 millones de toneladas métricas de ropa desechada se incineran o van a parar a vertederos cada año.

Durante la pandemia, sin la necesidad de salir al trabajo, muchas personas vivieron usando ropa deportiva, pero el problema con esto es que la elasticidad y la transpirabilidad en la mayoría de las prendas deportivas provienen del uso de fibras plásticas sintéticas como poliéster, nailon, acrílico, spandex y otras, que están hechas de plástico.

Cuando se lava la ropa hecha de materiales sintéticos puede soltar microplásticos de sus fibras que van a parar a las aguas residuales. Una parte se filtra en las plantas de tratamiento de aguas residuales junto con los desechos humanos y el lodo resultante se utiliza como fertilizante para la agricultura. Luego, los microplásticos ingresan al suelo y se convierten en parte de la cadena alimentaria. 

Los microplásticos que eluden la planta de tratamiento terminan en ríos y océanos, y en la atmósfera cuando las gotas de agua de mar los transportan al aire. Se estima que el 35 por ciento de los microplásticos en los océanos provienen de la industria de la moda. Si bien algunas marcas usan “poliéster reciclado” de botellas de PET, que emite entre un 50 y un 25 por ciento menos de emisiones que el poliéster virgen, el reciclaje efectivo del poliéster es limitado, por lo que, después de su uso, estas prendas generalmente terminan en los basureros donde seguirán degradándose en microfibras.

Los microplásticos dañan la vida marina, así como a las aves y tortugas. Ya se han encontrado en nuestros alimentos, agua y aire: un estudio encontró que los estadounidenses llegan a ingerir hasta 74 mil partículas microplásticas cada año. Y si bien existe una creciente preocupación por esto, los riesgos para la salud humana aún no se comprenden bien.

¿Cómo puede la moda ser más sostenible?

A diferencia de nuestro actual modelo lineal de producción de moda con impactos ambientales en cada etapa, donde los recursos se consumen, se convierten en un producto y luego se desechan, la moda sostenible minimiza su impacto ambiental e incluso tiene como objetivo beneficiar al medio ambiente. El objetivo es una industria de la moda circular en la que se eliminen los desechos y la contaminación, y los materiales se utilicen durante el mayor tiempo posible y luego se reutilicen para nuevos productos para evitar la necesidad de explotar recursos vírgenes.

Muchos diseñadores, marcas y científicos, incluidos los estudiantes están explorando formas de hacer que la moda sea más sostenible y circular. Dado que del 80 al 90 % de la sostenibilidad de una prenda de vestir está determinada por las decisiones que se toman durante su etapa de diseño, las nuevas estrategias pueden acabar con el desperdicio desde el principio.

Para eliminar el 15 por ciento de una tela que generalmente termina en el piso de la sala de corte en la confección de una prenda, se utiliza el corte de patrones sin desperdicio para colocar las piezas del patrón en la tela como un rompecabezas.

Un ejemplo es el diseñador YeohLee quién es conocido como un pionero de la idea del desperdicio cero, que emplea conceptos geométricos para usar cada centímetro de tela; también crea prendas con los restos de otras piezas. El drapeado y el tejido también son métodos de diseño sin desperdicios.

Aunado a esto, las tecnologías de impresión digital son, por naturaleza, más sostenibles que las alternativas analógicas tradicionales y ofrecen un camino hacia una fabricación limpia, eficiente y rentable. 

Como industria, todos los sectores de la comunidad textil están adoptando prácticas de fabricación sostenible, desde las fibras que eligen para hilar, la química de preparación de telas que se usa para recubrir y terminar, hasta la maquinaria de impresión y las formulaciones de tintas con las que se imprime. Se han realizado y se siguen realizando inversiones masivas en todos los sectores, muchos de los cuales ahora colaboran para desarrollar aún más nuevos e innovadores procesos y tecnologías optimizados.

La sostenibilidad solo puede existir junto con la transparencia de la cadena de suministro, y la colaboración es la clave del éxito.

Las tecnologías de impresión digital y el software CAD/CAM ofrecen una solución sostenible al impacto ambiental negativo de las prácticas tradicionales de fabricación de textiles.

La fabricación de muebles en múltiples industrias que utilizaban tecnología analógica consumía recursos masivos y generaba una montaña de desechos como producto secundario.

Antes de la disrupción digital, la industria textil consumía grandes cantidades de agua y energía, contaminando el medio ambiente con colorantes y numerosos productos químicos tóxicos utilizados en la fabricación de telas, tintas, estampados y acabados de productos.

Se calcula que la impresión textil digital ahorró más de 40 mil millones de litros de agua en todo el mundo en 2018 con los nuevos sistemas de estampación. Ofrece una solución eficiente en comparación con el uso tradicional de agua para la serigrafía rotativa, que ronda los 50-60 litros de agua por metro. La impresión textil digital también utiliza cantidades más pequeñas de color, aproximadamente el 10 % del volumen utilizado en comparación con la serigrafía rotativa tradicional. Utilizando como ejemplo las tintas pigmentadas, y su requisito de fijación o acabado con calor (sin lavado) que consume menos de 10 litros de agua por metro.

El algodón impreso digitalmente elimina virtualmente el consumo de agua y el vertido de aguas residuales a ríos y mantos freáticos, ofreciendo así un impacto ambiental positivo. La impresión textil digital con pigmentos también elimina la necesidad de un post procesamiento que requiere agua y energía, ya que la solidez del color se logra solo mediante la fijación con calor, a diferencia de los prolongados procedimientos de fijación con vapor y lavado.

Hoy en día, la industria de la impresión digital ofrece un futuro limpio para el medio ambiente y, a medida que el consumidor y el comprador se vuelven más conscientes de sus elecciones ambientales y del verdadero impacto que tienen esas elecciones, las tecnologías digitales y su aplicación seguirán avanzando para reemplazar la fabricación ineficiente e insostenible.

También vemos surgir una nueva industria para la gestión de la cadena de suministro, en la que las grandes empresas, las marcas y los independientes pueden obtener sus productos terminados a través de empresas profesionales sostenibles que brindan una fabricación transparente. Estas empresas ofrecen abastecimiento gestionado de sus socios y, por lo tanto, garantizan una fabricación sostenible certificada para objetivos de producción definidos para marcas y minoristas.

 La regulación en muchos sectores aún no es obligatoria, por lo que ahora también vemos múltiples opciones para la certificación voluntaria que se aceptan y utilizan fácilmente en toda la cadena de suministro textil.

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