“¡Con esa cámara salen unas fotos padrísimas!”, típica frase que a los fotógrafos nos cae directo en el hígado. Y es que lo ven a uno y creen que es fácil, sobre todo cuando las demás personas piensan que se puede ser un gran fotógrafo sólo por tener una cámara automática que hace un montón de cosas con sólo tocar un botón.
Pero la verdadera fotografía no es cosa de funciones predeterminadas. Cuando queremos convertir la fotografía en un arte, tenemos que estudiar, practicar distintas técnicas, probar mil veces y fracasar, fracasar y volver a fracasar… hasta que un buen día, aflora nuestro verdadero yo detrás de ese aparato que se convierte sólo en el instrumento con el que expresas tu esencia, con el que revelas una manera distinta de ver el mundo, interpretarlo y, ¿por qué no?, manipularlo a tu antojo… Y una forma de manipularlo es dominando la temperatura de color.
¿QUÉ ES LA TEMPERATURA DE COLOR?
Cuando empezamos como fotógrafos, puede haber momentos muy frustrantes: “¿¡Por qué salen las fotos amarillas si yo veo la escena normal?!” Bueno, pues porque la cámara es caprichosa, y se fija en montones de cosas que el ojo humano no ve a simple vista. Y es que nuestra visión se adapta muy rápidamente a las distintas tonalidades de la luz, por lo que en la cotidianidad no nos damos cuenta de si una luz es cálida o fría. Sin embargo, la cámara se encarga de mostrarnos aquello que estamos acostumbrados a omitir.
Desde un punto de vista más técnico, la temperatura de color se mide en grados Kelvin (K) (llamada así por el famoso científico Lord Kelvin), y cuanto más elevado es el valor, más fría es la luz, y mientras más bajo sea, será más cálida.
La luz blanca o neutra está alrededor de los 5,500-6,000 K, que es la luz de las horas centrales del día, y que podemos imitar usando un flash. Valores menores a este rango nos darán como resultado luces cálidas (como las de los atardeceres, las cenas románticas o las fogatas), y valores más altos nos brindarán luces frías (como la luz del supermercado, nuestro baño y cocina, y la mayoría de los consultorios médicos).
EL FAMOSO BALANCE DE BLANCOS
Como sabemos, la luz visible está compuesta por un espectro de diferentes colores. Aunque la luz del mediodía se considera “neutral”, otras fuentes de luz emiten un color más que otras. El balance de blancos es un proceso de alteración de los colores de una fotografía, en un esfuerzo por hacer que parezca tomada con luz neutra. Cuando cambias el balance de blancos, le estás diciendo a tu cámara que cambie la forma en que ve el color.
Dicho de otro modo, es un proceso que determina cómo se interpreta el color en una fotografía; y es la forma en la que podemos modificar las tonalidades dominantes de los distintos tipos de luz.
La asignación de un balance de blancos con una temperatura de color más baja hace que la imagen se vea más fría, mientras que una configuración de temperatura de color más alta hace que la imagen se vea más cálida. Las cámaras digitales tienen varios balances de blancos preestablecidos en caso de que no quieras pensar en grados K, pero es una buena idea entender los números incluso si usas los ajustes predeterminados.
USA EL BALANCE DE BLANCOS A TU FAVOR
Un aspecto esencial de la fotografía creativa es saber establecer el balance de blancos a nuestro favor. Y “el mejor balance de blancos” no es necesariamente el que selecciona la cámara en automático ni el que elimina las dominantes de color, ya que esto depende de lo que tú determines de acuerdo con tus gustos y objetivos artísticos. Por lo tanto, no hay que sentirnos limitados al jugar con las dominantes de color, sobre todo si disparamos en formato RAW.
LA VENTAJA DE DISPARAR EN FORMATO RAW
Al grabar las imágenes en formato RAW en vez de JPEG, tienes más oportunidades de manipular las fuentes de luz en la postproducción, ya que este no incrusta la temperatura del color en las fotografías, lo que te permite ajustar las tonalidades en caso de que desees hacer más dramático el efecto del color, o de no haber quedado conforme con el resultado de tu toma. De hecho, al disparar en formato RAW, puedes realizar muchísimos ajustes al procesar el archivo en la computadora, prácticamente sin pérdidas y sin degradar la calidad de la imagen (ventaja que no tienes al disparar en formato JPEG).
Hacer ajustes de balance de blancos durante el proceso de conversión RAW es simple (ya sea usando Adobe Lightroom, Adobe Camera Raw u otro programa de conversión). Por lo general, los programas de edición y revelado tiene dos opciones para controlar el balance de blancos: un control deslizante que cambia la temperatura del color (cálido frente a frío) y otro que controla el tono (verde frente a magenta). También te dan la opción de usar una serie de valores preestablecidos, que son similares a los que ofrece tu cámara. La mayoría de los programas también tienen una opción automática, que permite que el software adivine la configuración adecuada del balance de blancos.
00UNAS VECES CONVIENE, Y OTRAS NO
Algunas fotografías se benefician de la corrección de color, pero puede haber ocasiones en las que decidas mantener o introducir un modelo de color por razones artísticas. Por ejemplo, un color que probablemente no quieras corregir es el de la hora azul o la hora dorada, y si dejas que tu cámara lo haga automáticamente, es posible que la magia se pierda.
El mejor balance de blancos es aquel que decidas que hace que la imagen se vea mejor, varía de una escena a otra, y depende en gran medida de tus propios gustos artísticos. Experimenta con varias configuraciones hasta que encuentres el que más te atraiga, en el proceso aprenderás cómo las elecciones de balance de blancos afectan los colores de una escena determinada, y te permitirá visualizar el balance de color mientras estás en el momento de la acción, expandiendo así tus opciones creativas.
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