La luz en el espacio arquitectónico es todo un desafío, ya que a través de ella podemos relacionarnos con nuestro entorno. Es un material constructivo cambiante que consigue adaptarse a nuestros estados de ánimo y transformar el entorno convirtiéndolo en lugares diferentes.
El tiempo en el que el diseño de interiores y la iluminación de los mismos se veían como aspectos separados en la planeación de un espacio, sobretodo público o nfluenciar directamente en su decisión.
La frase “Dominar la Luz” puede parecer un término salido de un libro de ciencia ficción pero resulta una necesidad real para toda una rama de la arquitectura, el interiorismo y la decoración que gracias a los avances tecnológicos en iluminación ahora puede jugar con texturas y objetos que cambian de tamaño, intensidad e intención con un color o con simples lineas de leds.
Desde hace muchos años estas disciplinas conocían los efectos de la temperatura de color en los habitantes de una casa o en los visitantes a un restaurante o tienda, sin embargo la tendencia hacia el ahorro de energía y el posmodernismo doto a estos espacios con una fría iluminación neón que aunque cuenta con un bajo consumo de energía, no permitía la flexibilidad que ahora permiten los leds.
Desde una perspectiva científica, la luz se define como una energía electromagnética que al producir un determinado efecto sobre la retina del ser humano permite la creación mental de los colores, lo que significa que el cerebro se inventa la luz. Esto se traduce en percepción.
Sin embargo, la luz también tiene su parte emocional y romántica, ya que es capaz de generar emociones en nuestro entorno, lo que la vuelve una herramienta para dotar nuestros pisos de venta en espacios llenos de experiencias sensoriales capaces de atraer a los clientes y generar más ventas.
La luz como elemento constructivo
Hoy la iluminación de espacios arquitectonicos son tomados de una forma más creativa y seria, Manuel Torres, fundador de Manuel Torres Design, determina qué significa iluminar un espacio a través de cuatro puntos importantes:
1. Establecer jerarquías visuales. Es decir, plantear qué elementos queremos que prevalezca, qué tipo de iluminación queremos aplicar a un proyecto (cenital, puntual, ambiental, etcétera).
2. Generar una clave de lectura que sea una idiosincrasia de ese mismo proyecto a través de la luz, qué queremos que represente o qué debemos iluminar.
3. Explicar una historia (un storytelling) del proyecto: cómo se comporta un proyecto de luz artificial o la incidencia de la luz natural.
4. Jugar con los sentidos, es decir, con las sensaciones. A través de la iluminación se perciben muchas de las emociones que están en nuestro entorno cotidiano. Al final nada es fruto del azar, sino que detrás del neuromarketing, la comunicación, la arquitectura, el interiorismo, el diseño y las artes plásticas, todas están influenciadas por la parte de la luz.
Lo primero que hacemos al despertar es abrir los ojos para permitir la entrada de la luz a nuestro cuerpo. Esto nos da vida y energía. La luz se concibe como un elemento ancestral, anhelado, y una materia plástica inagotable que nos acompaña desde que nacemos y forma parte de nuestra vida cotidiana.
La luz como emoción
Algunas fotografías pueden generar emociones. Existe, por ejemplo, un artista coreano que realiza fotografías de paisajes iluminados con luz artificial. Las grietas que se observan en sus imágenes son creadas a partir de la luz artificial creando una fotografía poética.
El arquitecto Le Corbusier citó que “la arquitectura es un juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz”. En 1950 a él le encargan en París diseñar una iglesia, donde logra concebir un espacio puro y blanco, que es el color de la pureza y es el color ligado a la mayoría de las religiones, y enfatiza ese proyecto arquitectónico a través de la entrada de la luz natural que genera movimiento.
La arquitectura debe transmitir emociones y es en esa transmisión donde la luz juega un papel fundamental, convirtiendo un espacio en un lugar de meditación y reflexivo. La luz puede llegar a construir y generar una sensación en un ambiente que sin embargo está limpio y blanco.
La luz influye en el aspecto emocional de las personas, a quienes nos causa sensaciones estar en diferentes espacios. ¿Por qué nos sentimos alegres o tristes en un espacio? ¿Por qué podemos estar en un restaurante de lujo con un menú exquisito y sin embargo vemos un lugar frío, inhóspito y poco agradable? Es la influencia de la luz.
Ningún espacio se debe iluminar igual que los demás, dependerá la sensación que se quiera generar sobre ese espacio. No podemos hablar de temperatura del color ni de intensidad si no hablamos de qué espacio se desea iluminar. No es lo mismo iluminar un quirófano, que es un área de trabajo donde se requiere una pulcritud y exactitud increíble, que una tienda donde se coloca algún producto con fuerte carga emocional como un anillo de compromiso. La luz influye en cada espacio y no es la misma que puede haber en una cafetería o un restaurante.
El objetivo es saber cómo reforzar a través de la luz esa parte emocional y creativo del espacio. Por ejemplo, imaginemos un lounge o una terraza donde a través de códigos de color se puede generar un ambiente fresco, cálido y sobre todo cordial; o un motel donde es posible definir los espacios desde el punto de vista dramático, emotivo y sensorial.
El punto focal
La luz es la pieza clave desde la cual se logra crear la profundidad de un espacio, una textura o una verticalidad en un muro si queremos potenciar una altura. Con eso se genera seguridad, confort e incluso ambientes cálidos a través de una paleta cromática y materiales con textura naturales.
Para lograr esto, hay que poner sumo cuidado en la dirección de la luz, en cómo enfatizamos esos puntos focales. Es el leitmotiv, es decir, hacia dónde queremos que mire el ojo.
A través de la luz, podemos enfatizar mucho más cualquier parte de un espacio: una luz cenital como punto de lectura sobre la zona de la cama, una luz puntual sobre el buró, etcétera.
Reinvención de espacios
El artista y arquitecto estadounidense Christopher Janney realizó un experimento en la terminal de Miami, en el hub internacional de vuelos. A través del color aplicó en las cristaleras unos viniles que ocasionaron que los pasajeros anduvieran más rápido y tuvieran menos sensación de sofoco y angustia por perder un vuelo.
Es decir, aplicó a través de la luz artificial y la influencia del color una arquitectura efímera y una instalación artística, demostrando así que modificando esos puntos podemos reinventar los espacios.
Liz West es una artista británica que crea ambientes vivos que mezclan colores luminosos y luz radiante con el objetivo de provocar conciencia sensorial aumentada en las personas a través de la transformación de espacios arquitectónicos.
Uno de sus trabajos más icónicos es la instalación de luces “Your Colour Perception”, ubicada en el Castlefield Gallery, al norte de Inglaterra. El espacio de 1,524 metros cuadrados fue bañado con color y luz utilizando tubos fluorescentes T8 y geles de celulosa, poniendo interés en las reacciones psicológicas, físicas, emocionales y espirituales de los visitantes.
Las tiendas retail de alto lujo siempre están dotadas de mucha luz. Como ejemplo tenemos el diseño realizado a la antigua tienda de Antonio Solito, ubicada en la colonia Polanco de la Ciudad de México, que cuenta con un espacio de 1,200 metros cuadrados. El objetivo de este proyecto fue dotar al establecimiento de una fuerte impronta del branding que desde el exterior atrajera al transeúnte.
Dado que la tienda ofrece productos de revestimiento y de lujo de alto valor económico, incluyendo gemas semipreciosas y minerales como el ágata, se tuvo que utilizar una reproducción cromática muy grande, alcanzando un 94 por ciento. El resultado fue un lugar con escaparates y vitrinas que llamaban la atención del cliente, un elevador con triple altura de 9 metros y pasarela de cristal con luz integrada.
La clave en estos espacios es combinar la luz en diferentes grados de temperatura en grados Kelvin para hacer luz ambiental y luz puntual.
¿Qué sensaciones nos puede generar la luz?
Una clave vital en este tema es el contraste y la intensidad de la luz, es decir, entender la manera en que se interrelaciona la luz con la oscuridad dentro de un espacio para crear esos efectos sensoriales y emotivos.
Es importante tener en cuenta que si no hay oscuridad, no se percibe la luz; si hay demasiada luz, entonces hay una contaminación lumínica. Lo que hay que buscar siempre es un punto de equilibrio de acuerdo con qué se quiere enfatizar, qué sensación se quiere generar o qué valor se desea dar a ese producto.
4 tips para crear emociones con la luz
La empresa Tecno Lite brinda cuatro consejos a tomar en cuenta para generar emociones con la luz:
Define la emoción. ¿Qué emoción deseas despertar: vitalidad, tranquilidad, sensualidad, paz, etcétera? Una vez que establezcas esto, selecciona las lámparas y los focos adecuados. Recuerda que las luces frías son ideales para conseguir vitalidad, mientras que las cálidas son la mejor opción para crear espacios tranquilos o románticos.
Aprovecha el color. Los dispositivos que emiten un color específico pueden ser útiles para crear expectación o dramatismo, así que aprovéchalos. Sólo procura no utilizar más de dos colores vibrantes, ya que ello puede alterar el estado anímico de las personas.
Ilumina en capas. Procura que el techo, los muros y los elementos que quieras destacar estén debidamente iluminados, lo que requiere una cuidadosa selección de las lámparas y focos que serán instalados, ya que eso determinará las emociones que se experimentarán.
Aprovecha las superficies. Cuando se cuenta con una iluminación adecuada, el color y el relieve de las superficies influyen positivamente en el estado de ánimo. Combinadas con luces frías, las texturas lisas crean estancias cargadas de vitalidad, mientras que las texturas rugosas producen intimidad al combinarse con luces cálidas.