La capacitación motiva, y la motivación engrandece

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Siempre que hablamos de industria gráfica y su proyección a futuro mencionamos tecnologías impresionantes, números rentables, técnicas novedosas y aplicaciones populares, pero pocas veces pensamos en el verdadero espíritu de la industria: el personal. Entender el valor del recurso humano en una empresa no solamente es una cuestión de responsabilidad y calidad humana, además puede ser el factor diferenciador en la productividad de cualquier compañía.

Un equipo técnico motivado, responsable y capacitado puede ayudarnos a manejar grandes volúmenes de producción con altos estándares de calidad, favoreciendo un buen ambiente de trabajo y reduciendo el margen de error de cualquier proyecto, lo cual, de una forma u otra, tiene traducción monetaria. En teoría todos comprendemos esto, pero ¿Qué pasa con la aplicación real de estos principios? ¿Por qué seguimos encontrando deficiencias en la capacitación de los empleados? La respuesta podría estar en la tecnología.

¿CRISIS DE QUÉ?
Algunos especialistas han asegurado que el mercado gráfico global podría estar cerca de una crisis de capacitación, ocasionada principalmente por la automatización de las máquinas y el desplazamiento cada vez mayor de la mano de obra. La situación es particularmente grave en la industria mexicana y latinoamericana, que ha reportado un decrecimiento en la contratación de operadores y un desinterés en aumento por la especialización en el manejo de equipo.

Por supuesto, nadie niega la importancia de desarrollar tecnologías novedosas de impresión y demás aplicaciones; ni la practicidad de las interfaces modernas e intuitivas de los sistemas operativos, pero es fundamental reconocer las limitaciones de los equipos y promover la participación humana en cualquier proceso de producción, pues no solamente es más rentable contar con un operador supervisando las máquinas para garantizar su funcionamiento, sino que el ingenio humano es todavía imposible de reproducir para cualquier tecnología.

Esta problemática parece estar directamente relacionada con la edad de los empleados y la función específica que desempeñan en una empresa. Las personas mejor capacitadas suelen ser las de mayor edad, y aunque esto por supuesto tiene que ver con la experiencia y los años que han dedicado a la misma labor, se debe en su mayoría al hecho de que antes, cuando la industria no estaba tan automatizada, los empleados debían estar preparados para cualquier eventualidad de la producción, experimentaban con los equipos y los conocían a profundidad, daban mantenimiento a los mismos y se involucraban en el proceso gráfico de una forma en que ahora no es necesaria.  El verdadero problema comienza cuando los trabajadores más preparados, que son también los más grandes, comienzan a jubilarse. Estamos hablando de toda una generación de operadores que se marcha al mismo tiempo, dejando a la industria, ahora sí, en una crisis de capacitación que puede derivar en problemas más grandes. Entonces, ubicado el problema, ¿Cómo podemos solucionarlo?

LA SOLUCIÓN EN LAS MANOS
Lejos de estar adquiriendo experiencia y nuevos conocimientos, algunos operadores se han ido convirtiendo en testigos inactivos de los procesos de producción gráfica, y aunque de momento no parezca un problema grave porque los equipos están en buen estado, a la larga puede significar costos muy altos para una empresa, tanto en mantenimiento correctivo como en elevados márgenes de error.

Para evitar este panorama es necesario, antes que nada, cubrir dos
frentes.

Estar dispuestos a invertir. Toda empresa debe estar consciente de la importancia de capacitar a sus empleados lo más que se pueda, en el manejo de los equipos, los softwares, nuevas tecnologías, gestión del trabajo, productividad, aplicaciones novedosas, mantenimiento, nuevos materiales, aprovechamiento de sustratos y hasta trato con el cliente. Todo el conocimiento que pueda adquirir un empleado de la industria debe ser entendido como una inversión por parte de la compañía, y no como un “regalo” al trabajador.

Tengamos siempre en cuenta que un empleado capacitado puede traer grandes beneficios a la productividad, si además logramos motivarlo e impulsar su fidelidad a la empresa, habremos ganado un aliado.

Experimentar para aprender. A veces, para sacar el máximo provecho de una tecnología o un equipo, lo mejor que podemos hacer es experimentar, estar dispuestos a seguir distintos métodos y poner a prueba el alcance de nuestras herramientas. De esta forma el personal se familiariza más con los recursos y no sólo trabajará mejor con ellos, sino que incluso podría corregir algunas deficiencias.

El contacto cercano y continuo de un trabajador con el equipo que opera, en condiciones exigentes de producción, solucionando los problemas que surgen en el camino, lidiando con estándares de calidad, si bien no es la única forma de generar conocimiento, es una práctica que no puede sustituirse con capacitaciones teóricas, manuales y cursos; la formación debe ser complementaria.

LA FORMACIÓN LO ES TODO
Independientemente del tipo de capacitación que reciba un empleado, esta actividad ha demostrado una eficacia de hasta el 80 por ciento de los casos prácticos. Como ya mencionamos, esto no se debe sólo a las virtudes propias de adquirir más conocimiento, sino a la motivación que genera en un trabajador. Si ya hemos optado por esta metodología, la siguiente pregunta será ¿Qué clase de capacitación le daré a mi empleado? Pues además del contenido, existen diferentes clases de la misma y sirven en distintos
momentos.

La capacitación inductiva, por ejemplo, se da con la reciente contratación de un empleado, y a través de ella se pretende familiarizarlo con la empresa y el trabajo que se realiza. En el caso de la industria gráfica este proceso suele involucrar el funcionamiento de las máquinas y una visión más o menos general de lo que recomienda el fabricante.


La capacitación preventiva es una de las más importantes que una empresa debe procurar, pues como su nombre lo indica es necesaria para “prevenir” problemáticas como el daño permanente de los equipos, pérdida de la calidad o tecnologías obsoletas. Esto significa que es mucho más técnica y especializada, generalmente involucra a los fabricantes de los equipos que se usan y a expertos en la industria. Además, este tipo de formación debe ser constante, tengamos en cuenta que la industria se mueve de forma vertiginosa y no conviene quedarse atrás en las innovaciones.

También existe la capacitación correctiva, pero lo cierto es que sólo es necesaria cuando no se invirtió en la preventiva. Como es evidente, ésta se enfoca en problemas específicos que atraviesa una empresa. Es muy recomendable recurrir a ella no solo para solucionar errores, sino para fomentar el sentido de responsabilidad de los empleados.

Por otra parte, está la capacitación para el desarrollo de carrera, que es muy parecida a la preventiva porque es formativa y no correctiva, pero se diferencia en el hecho de que puede hacer a un empleado escalar en la empresa porque le da conocimientos de un puesto más alto al que ocupa. Esto es muy motivador y además nos garantiza que la compañía estará en manos preparadas.

MODELOS A IMITAR
Como mencionábamos al inicio de este texto, es la industria gráfica latinoamericana la que más problemas de capacitación presenta, esto se debe a que los países primermundistas tienen una cultura de la inversión más desarrollada que la nuestra y eso les ha permitido instaurar modelos de capacitación muy útiles que además no son complicados, pero por supuesto representan una inversión.

La gran mayoría de las empresas europeas y norteamericanas, por ejemplo, cuentan con departamentos de relaciones públicas muy preparados que incluso suelen involucrar a profesionales de la salud mental. Estos equipos son los encargados de desarrollar lo que llamamos “plan de capacitación”. Desde videos, conferencias, exámenes de rendimiento, manuales, simuladores, supervisión, discusión de grupos, entrevistas, viajes de prácticas, focus group, análisis de contenido, hasta diplomados y talleres son algunas de las actividades que se incluyen en este plan.

De cualquier forma, y sin importar el tipo de capacitación que la empresa provee, ésta debe ser permanente y estar en manos de profesionales que garanticen su correcta aplicación. Es un error pretender que el operador de un equipo u otro empleado, acudan a sus superiores a solicitar mayor conocimiento; por supuesto que puede ocurrir, pero no debería. Un departamento de recursos humanos con esfuerzos concentrados puede hacer la diferencia para tener siempre empleados capaces y comprometidos. Solamente evalúa el status de tu empresa, sus necesidades y las metas que quieres alcanzar, para elegir los tipos de capacitación que más te convengan.

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