Etiquetas inteligentes para empaque alimenticio

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El desperdicio alimentario es uno de los grandes desafíos del siglo XXI. Cada año, más de 931 millones de toneladas de comida terminan en la basura en el mundo, según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Este fenómeno no solo plantea un dilema ético en un planeta donde 828 millones de personas padecen hambre, sino que también tiene un fuerte impacto ambiental: se estima que entre el 8% y el 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero provienen de los alimentos que nunca llegan a consumirse.

En España por ejemplo, cada ciudadano desperdicia más de 55 kilos de alimentos en buen estado al año, lo que equivale a unas 3.500 millones de toneladas de CO₂ emitidas innecesariamente. Reducir estas cifras se ha convertido en una prioridad tanto para los gobiernos como para la industria agroalimentaria. Y en este contexto, la tecnología emerge como un aliado clave.

Oscillum: etiquetas que “leen” la frescura de los alimentos

Una de las soluciones más disruptivas llega de la mano de la empresa Oscillum, una empresa biotecnológica española fundada  en 2018 por tres jóvenes investigadores de la Universidad Miguel Hernández en Alicante, España. Su innovación consiste en etiquetas inteligentes biodegradables que cambian de color según la frescura del alimento al que están adheridas.

El mecanismo es sencillo de entender pero complejo en su desarrollo: la etiqueta contiene sensores químicos específicos capaces de detectar compuestos orgánicos volátiles y moléculas liberadas por los propios alimentos debido a su metabolismo y al crecimiento microbiano. El resultado es un código cromático intuitivo para consumidores y proveedores:

  • Amarillo:  producto en condiciones óptimas.
  • Verde:  el alimento debe consumirse pronto.
  • Azul:  el producto ya no es seguro para el consumo.

Este cambio de color ofrece una información en tiempo real sobre el estado de carnes, pescados, frutas o verduras, algo que los métodos tradicionales (como la fecha de caducidad o los indicadores de temperatura) no pueden garantizar con precisión.

Seguridad alimentaria y sostenibilidad en un mismo envase

El etiquetado inteligente no solo busca reducir desperdicios, sino también prevenir intoxicaciones alimentarias, un problema que afecta a 600 millones de personas al año en el mundo, según la OMS. La diferencia con otras soluciones similares radica en que la etiqueta inteligentes no mide parámetros externos, como el tiempo o la temperatura, sino lo que ocurre en el alimento en sí, incluso si se rompe la cadena de frío o el producto se vende a granel.

Además, conscientes del impacto ambiental del propio packaging las etiquetas son fabricadas con materiales compostables y reciclables, evitando plásticos de un solo uso. Una decisión coherente con el objetivo de reducir la huella de carbono asociada al malgasto de alimentos.

Un mercado en auge: el smart packaging

La innovación de esytas etiquetas se enmarca en una tendencia creciente: el smart packaging o envase inteligente. Este concepto se refiere a sistemas de envasado que, además de proteger el alimento, comunican información sobre su estado y condiciones de conservación.

Existen diversas tecnologías que ya se aplican a nivel global:

  • Códigos QR: ofrecen al consumidor información sobre origen, valores nutricionales, recetas o sostenibilidad.
  • Etiquetas RFID: permiten la trazabilidad y gestión de inventario en supermercados y cadenas logísticas.
  • NFC (Near Field Communication): conecta productos y smartphones para experiencias interactivas.
  • Sensores de pH y gases: detectan cambios fisiológicos o microbiológicos en los alimentos.

Según la consultora Markets and Markets, el mercado mundial de empaques inteligentes alcanzará los 26.700 millones de dólares en 2030, con un crecimiento anual del 9,5%. La demanda se concentra especialmente en sectores como la alimentación fresca, la farmacéutica y la cosmética.

Frutas, verduras y el reto de la conservación

El equipo de Oscillum ha comenzado a expandir su tecnología a productos más complejos, como las frutas climatéricas (que continúan madurando tras la cosecha). En 2023, la empresa anunció que optimizaría sus etiquetas para aplicarlas a mangos, un producto especialmente delicado en su transporte y comercialización.

Este avance conecta con investigaciones globales que utilizan indicadores de pH basados en tintes naturales como antocianinas, capaces de reflejar la frescura de vegetales durante su almacenamiento en frío. La tendencia apunta hacia etiquetas cada vez más naturales, no tóxicas y respetuosas con el medio ambiente, fabricadas con biopolímeros como almidón, celulosa o carragenano.

Más allá de la fecha de caducidad: el consumidor informado

Las etiquetas inteligentes están redefiniendo la relación entre marcas y consumidores. Mientras que la fecha de caducidad es un dato genérico basado en cálculos estándar, estas tecnologías aportan información personalizada y dinámica sobre cada producto.

En un mercado donde el consumidor exige transparencia y sostenibilidad, este tipo de soluciones se convierten en una ventaja competitiva. Según EIT Food, las etiquetas inteligentes no solo aumentan la confianza del comprador, sino que también generan nuevas oportunidades de marketing, como la personalización masiva, la interacción en redes sociales o el storytelling de marca a través de QR multimedia.

La visión de Oscillum y de otros actores del sector es clara: en un futuro cercano, cada alimento llevará consigo una etiqueta inteligente que informe sobre su estado, su origen y hasta su impacto ambiental. Esto permitirá tomar mejores decisiones de compra, optimizar la cadena de suministro y reducir drásticamente el desperdicio. En definitiva, la lucha contra el desperdicio alimentario necesita de innovación, sostenibilidad y compromiso social. Las etiquetas inteligentes son un paso firme hacia ese futuro donde la tecnología no solo prolonga la vida útil de los alimentos, sino que también protege la salud de las personas y la del planeta.

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