Por Mark Sollman
Product Manager EMEA, Mimaki Europe
La importantísima Conferencia sobre el Cambio Climático COP26 celebrada el pasado mes de noviembre puso de manifiesto que no hay momento como el presente para que el mundo de la moda se una de cara a intensificar los esfuerzos de sostenibilidad y controlar las emisiones de carbono. A nivel global, se calcula que la industria de la moda genera alrededor del 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero y un 20% de las aguas residuales; por eso, la aplicación de métodos de producción más ecológicos es más pertinente que nunca. Por suerte, estamos asistiendo a una nueva era de producción en el ámbito de la moda, con la creciente aparición de microfábricas tecnológicamente avanzadas y altamente automatizadas.
Además de reducir los residuos innecesarios gracias a la producción bajo demanda, las microfábricas generan una huella ecológica menor que la producción tradicional de prendas de vestir; además, no requieren el uso de agua durante el proceso de producción, y eso las convierte en una solución no solo más rápida, sino también más ecológica.
En la edición de FESPA del año pasado, Mimaki colaboró con la diseñadora de moda Carolina Guzmán para dar vida a sus diseños en tiempo real y puso en marcha su propia microfábrica durante el evento; así, los asistentes pudieron comprobar cómo sus diseños pasaban de la pantalla a cobrar vida en solo un día. Los diseños de Guzmán fueron creados con la impresora de sublimación TS100-1600 de Mimaki antes de ser transferidos a los tejidos, cortados digitalmente y, finalmente, confeccionados. Además, la microfábrica, concebida con una serie de objetivos éticos y medioambientales, utilizó exclusivamente el tejido ecológico Greentex, y el material sobrante se donó a la Fundación Sheltersuit, una organización que fabrica abrigos resistentes al viento y al agua, que puede transformarse en un saco de dormir y que se proporciona gratuitamente a las personas sin hogar y a los refugiados.
Gracias al trabajo conjunto con una serie de socios estratégicos (Klieverik, una empresa especializada en impresión de transferencias; Neenah Coldenhove, especializada en soluciones de papel; y Summa, fabricante de máquinas de corte digital), Mimaki fue capaz de producir, en el propio stand y en directo, una colección exclusiva de prendas de gran calidad, demostrando a los visitantes de más de 100 países por qué las microfábricas parecen dispuestas a transformar el futuro de la moda…
Velocidad y versatilidad sin precedentes
Tradicionalmente, la fabricación de prendas de vestir se ha centrado en un modelo de cadena de producción que consiste en abastecerse de materiales y producir prendas a granel; por contra, las microfábricas permiten ahora la producción bajo demanda y en el mismo lugar, pudiendo crear desde piezas únicas y muestras hasta líneas de productos completas, y todo ello a una velocidad sin precedentes. Esto supone una mayor flexibilidad y personalización, lo que permite a los diseñadores modificar o actualizar los diseños y dar respuesta a las tendencias del mercado a medida que se producen.
Simplificación de las cadenas de suministro y reducción de riesgos
La configuración de la microfábrica permite la producción interna y a la carta, lo que minimiza el coste no solo del almacenamiento del stock, sino también del envío y la eliminación responsable de los artículos no vendidos. Los recientes acontecimientos geopolíticos han puesto de manifiesto la fragilidad de las cadenas de suministro mundiales; en este contexto, las microfábricas ofrecen una independencia única de estos sistemas, lo que permite a los fabricantes de prendas de vestir blindar su negocio de cara al futuro, depender menos de sistemas y proveedores externos y reducir el riesgo de disrupciones.
Resultados económicos al alza y un futuro más ecológico
Las microfábricas facilitan el ahorro de toda una serie de recursos, desde el almacenamiento físico y el espacio de producción hasta el tiempo y el gasto energético; por eso tienen, en última instancia, la posibilidad de incrementar significativamente la rentabilidad de los fabricantes de ropa, con la ventaja adicional de ser fácilmente dimensionables a medida que aumenta la producción. De todos modos, las consideraciones medioambientales son todavía más convincentes. Tal como ha demostrado a pequeña escala el reciente proyecto de Mimaki, los beneficios medioambientales inherentes a la producción en microfábricas tendrán un impacto aún mayor a medida que se generalicen en el mundo de la moda; además, contribuirán a un cambio medioambiental significativo a medida que aumente su adopción en los próximos años. En resumen: ¡no pierda de vista estos movimientos!