¿Cuál es tu objetivo al retratar a alguien?, ¿encontrar su lado fotogénico?, ¿mostrar su belleza?, ¿su lado oscuro?, ¿su verdadera personalidad?, ¿plasmar su alma?… La verdad es que además de tener claro cuál es tu objetivo, también es muy importante que lo hagas bien; porque “retratistas” abundan, y con las posibilidades que nos dan los avances tecnológicos en fotografía, los podemos encontrar hasta por debajo de las piedras; pero un buen fotógrafo lo es tanto con el equipo más sofisticado, como con una modesta réflex análoga, ya que su calidad no la determina la cámara, sino su ojo fotográfico, su dominio de la técnica, y en el caso de quienes toman retratos, su forma de desenvolverse con sus modelos.
Por ello, conseguir buenos retratos es algo que está al alcance de muy pocos, ya que no es tan sencillo como parece; existen una serie de reglas y consejos que hay que atender desde la preparación de la sesión hasta el momento de la edición del material para conseguir los mejores resultados. A continuación te presentamos una recopilación con los más importantes.
Elige un objetivo adecuado
La focal utilizada al momento de realizar un retrato es importante por dos razones principalmente:
Primero, porque cada focal comprime la perspectiva de una forma distinta. Lo más recomendable es usar un objetivo con un rango de entre 45 y 135 mm, que es el rango en el que se captan los rostros de forma más adecuada; aunque los puristas se inclinan más por elegir focales fijas, que brindan una calidad estupenda en los parámetros técnicos y un precio más reducido.
En segundo lugar, la focal determina la distancia a la que nos situaremos del sujeto, en función del tipo de plano que queramos obtener (detalle, general, medio, close up, americano…).
Toma en cuenta que hay personas que se ponen muy nerviosas si el fotógrafo se acerca mucho a ellas; en ese sentido, un gran angular no sería lo adecuado, porque te obliga a estar muy cerca, además de que tiene cierto grado de distorsión de la imagen. Por otro lado, una focal muy larga te obliga a alejarte mucho del sujeto, lo cual entorpece la comunicación e implica una serie de dificultades técnicas que perjudican el resultado final.
La apertura
Recuerda que cuanto mayor sea la apertura, menor será la profundidad de campo de nuestra imagen. Este aspecto es fundamental en retrato, porque las grandes aperturas te van a permitir difuminar los detalles del fondo para poder centrarte en el rostro de tu modelo e incluso concentrarte en detalles de éste (en los ojo,s por ejemplo).
Un lente que permita una gran apertura es mejor, porque facilita la nitidez en puntos específicos y permite desenfocar lo que no nos sirve. Esto es muy útil sobre todo en retratos exteriores o en cualquier situación en la que el fotógrafo no tenga control total sobre el fondo o lo que pasa alrededor.
Velocidad de obturación
En principio, la velocidad de obturación debería ser alta. Eso nos permite, por ejemplo, realizar varios disparos y quedarnos con la toma que más nos agrade, porque a veces, en un instante, y solo por un instante, cambia la expresión del rostro.
Sin embargo, si queremos dar la sensación de movimiento, entonces lo indicado es utilizar una velocidad más baja, por ejemplo, si el sujeto se encuentra junto a una corriente de agua y deseamos darle a ésta un “efecto seda”.
Enfoca a los ojos
La mirada es el reflejo del alma, dicen. Por lo tanto, enfocar a los ojos es una de las reglas más importantes para la fotografía de retrato, ya que éstos reflejan fuertemente nuestra personalidad y estado de ánimo.
Entonces, es importante que tengamos un enfoque puntual en esta parte de la cara de nuestro sujeto.
Crea un clima de confianza
Aunque parezca una obviedad, la conexión entre el fotógrafo y sus modelos es fundamental para lograr buenos retratos. Entonces, no te lances a tomar montones de fotos sin romper el hielo.
Hazlo sentir cómodo, ríanse juntos, muéstrate amable, confiado y cómodo con lo que haces, y transmite esa soltura a la persona que le tomas la foto. Si te pones nervioso, busca la forma de relajarte y de no evidenciarlo, porque la sensación que tú proyectes también se reflejará en tu trabajo.
Haz unos disparos de prueba para que tú y el modelo se vayan acostumbrando a trabajar juntos. Y si notas que está nervioso o que no sabe dónde meter las manos, dale algo que hacer con ellas, puede ser una pelotita, un fidget cube, o cualquier juguetito para estar manipulándolo mientras dura la sesión.
Dirige a tu modelo
Nunca dejes los resultados de una sesión al azar por no animarte a darle indicaciones a tu sujeto. Es verdad que la naturalidad y la espontaneidad son importantes, pero si tú no le dices qué hacer, comenzará a ponerse nervioso y aumentará su timidez.
Hazlo sentirse cómodo para que se muestre natural, pídele probar distintas posturas, por ejemplo, apoyado ligeramente en la pared y con las manos en los bolsillos, sentado, que se ponga a tres cuartos y mire hacia ti, que se incline hacia delante, que sonría, que se ponga serio, que separe ligeramente los labios e incline la cabeza… También puedes ponerlo a hacer alguna actividad que le guste, como cocinar, tocar un instrumento, leer, acariciar al gato, escribir en la computadora… lo que sea que refleje su personalidad y nos hable un poco más de quién es esa persona.
Hay mil cosas que puedes pedirle para darle variedad a la sesión y evitar el acartonamiento; incluso, puedes decirle que se mueva, los retratos no tienen que ser necesariamente de situaciones estáticas. Y muy importante: sácale su mejor sonrisa.
Cuida el encuadre
Lo hemos dicho tanto, que a estas alturas puede ser que hablar de la regla de los tercios esté de más, pero sí recordaremos otro principio básico que los fotógrafos principiantes suelen olvidar: la ley de la mirada. Si tu sujeto no está mirando de frente, esta norma dice que debe dejarse más espacio en el lugar del encuadre al cuál se dirige la mirada del protagonista. Así, podemos percibir una imagen más equilibrada, que “respira” de forma más natural.
Pero, finalmente, lo más importante para lograr estupendos retratos es tener muy presente que las reglas están para romperse y que tu creatividad no debe tener límites. Puede ser que te equivoque muchas veces, pero nunca dejes de intentar cosas distintas, que aunque a veces puedan ser variaciones muy pequeñas, pueden dar resultados sorprendentes.