La industria de la impresión ha sufrido diversos embates desde la llegada de la tecnología digital. En el mundo de las finanzas, un ejemplo es la desaparición de las facturas fiscales impresas que representaban un ingreso y un modo de vida para miles de pequeños impresores que les permitía sobrevivir en la industria gráfica.
Con la llegada de los sistemas de transacciones más seguros y automáticos, también el dinero como lo conocemos está siendo sustituido por el todo poderoso internet. Ya los bancos desde hace más de 10 años han tratado de reforzar el uso del dinero plástico y es que un movimiento electrónico siempre será más económico que pagar personal en las cajas, sucursales y mostradores.
Es evidente que la banca no será la misma en 2020. Aparecerán nuevos modelos y competidores, pero el concepto de Institución de confianza se mantendrá y se transformará para ofrecer una nueva experiencia a sus clientes, introduciendo nuevos productos y canales basados en la red. El futuro necesita una banca más ágil y abierta, preparada para explorar opciones y gestionar un entorno que siempre tendrá un componente de incertidumbre e inestabilidad global.
Podemos hablar ya de cambios y transformaciones concretas e inminentes. La percepción de la relación del cliente con el banco tiene un componente muy importante asociado a la prestación de los servicios bajo el concepto de “oficina bancaria” y en las facilidades inherentes a los medios de pago.
La oficina bancaria será uno de los conceptos que se transformará. Será un espacio que continuará satisfaciendo las necesidades de los clientes actuales, pero que precisará adoptar nuevos formatos y funciones requeridas por los futuros clientes; será un espacio físico, pero también virtual, accesible en cualquier momento y lugar. La movilidad será el facilitador del cambio, al igual que el móvil es el canal hacia el que evoluciona, sin duda alguna, el sector de los medios de pago.
Transformando el sector
La aparición de los wallets, combinados con tecnologías como Near Field Communication (NFC), articularán la convergencia de los medios de pago físico y virtual. Tecnologías como Big Data, modelos Cloud y su implicación sobre la administración de los sistemas y el desarrollo de aplicaciones de software tendrán también una notable influencia sobre cómo la banca y otras organizaciones abordarán su estrategia en medios de pago.
En el sector de los medios de pago se está produciendo una importante transformación en la que influyen tanto los cambios debidos a la innovación tecnológica y los nuevos modelos de relación con el cliente como los originados por la aparición de nuevas normativas y marcos regulatorios.
El panorama en la industria de los sistemas de pago ha cambiado sustancialmente en los últimos años con la adopción de nuevas tecnologías y la entrada de nuevos proveedores como PayPal, Apple o Google. La expansión del comercio online y la penetración en el uso de smartphones (teléfonos inteligentes, literalmente) ha supuesto un acicate para la introducción de nuevos sistemas de pago, innovadores, eficientes y, a la vez, seguros. ¿De qué métodos de pago estamos hablando y qué diferencias de utilización existen entre países? ¿Facilita el actual marco regulador el desarrollo de los nuevos sistemas de pago?
El crecimiento de las compras en línea
Cada vez es más habitual efectuar compras online gracias a las nuevas tecnologías de comunicación. Según la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI), el valor total de las operaciones en el comercio electrónico en México durante 2014 alcanzó los 162.1 mil millones de pesos, lo que representa un crecimiento del 34 por ciento sobre los 121.6 mil millones de pesos del año anterior. No obstante, en materia de compras online, Reino Unido, Alemania o Estados Unidos parecen ir un paso por delante del resto, lo que va ligado también a un mayor acceso de la población a internet (por encima del 80 por ciento en nuestro vecino del norte).
En cuanto al uso de teléfonos inteligentes en México, todavía queda un largo recorrido de mejora, con un grado de penetración del 51 por ciento de la población en 2014. A nivel mundial, se estima que los pagos con móvil habrán aumentado 10 veces entre 2010 y 2014 (de 100 millones de dólares a 1 billón de dólares).
Surgimiento de nuevos sistemas de pago
El hecho de que cada vez sea más común comprar en línea ha incentivado la aparición de nuevos sistemas de pago como el dinero electrónico. El dinero electrónico o e-money es un equivalente digital del dinero metálico que se almacena en un dispositivo electrónico (una computadora, un móvil o una tarjeta) y que se acepta como medio de pago entre usuarios.
La cuenta o tarjeta de e-money se carga a través de la cuenta bancaria mediante una simple transferencia o de la tarjeta de crédito a la cual está vinculada. A pesar de su potencial, los datos indican que al día de hoy, todavía hay un volumen muy bajo de transacciones realizadas con dinero electrónico y el valor promedio de éstas también es muy bajo.
Pocos consumidores compran productos con este medio y cuando lo hacen, desembolsan cantidades pequeñas (aunque hay diferencias notables entre países). Los consumidores, a pesar de utilizar internet y el móvil con frecuencia para comprar, continúan pagando con tarjetas de crédito o de débito tradicionales o mediante transferencia bancaria. Y es que a pesar de que los nuevos sistemas surgieron principalmente para ofrecer al consumidor una mayor seguridad en sus pagos online, con el tiempo los usuarios han ido reduciendo su aversión a utilizar la tarjeta por internet, ya sea porque tienen ahora una mayor confianza en internet o porque estas tarjetas tradicionales también han ganado en seguridad antifraude al requerir, por ejemplo, dobles autentificaciones mediante PIN y mediante un código que el cliente recibe por SMS cuando formaliza la compra. Esto puede explicar por qué en algunos países, como los Países Bajos o Alemania, el volumen de transacciones con e-money ha caído en los últimos años.
Uno de los medios de pago que utiliza e-money más novedosos y populares son las digital wallets (carteras digitales). Aunque se trata de un producto en constante innovación y, por tanto, de difícil caracterización en general, se podría definir como cuentas virtuales donde se deposita una pequeña cantidad de dinero para poder realizar compras online. Lo único que hay que hacer previamente es vincular la cuenta bancaria o la tarjeta de crédito a esta “cartera” nueva para así poder transferir el dinero necesario antes de comprar.
PayPal y Google, por ejemplo, ofrecen este servicio a nivel global a través de internet o de un Smartphone; otras compañías operan de un modo similar a nivel local, como es el caso de Alipay en China. ¿Cuál es su utilidad? La seguridad ante todo: permiten comprar por internet sin facilitar los datos de la tarjeta de crédito a los comercios.
Otro innovador sistema de pago electrónico es Bitcoin, que funciona de un modo similar a una cartera digital, en este caso sin intermediarios (de usuario a usuario), y que al mismo tiempo es una moneda digital.
Las entidades financieras también han desarrollado modelos similares a las carteras digitales, aprovechando sus mayores economías de alcance (sinergias entre productos, uso del know-how, etcétera). Un ejemplo son las tarjetas electrónicas o virtuales exclusivas para operar por internet -también conocidas como tarjetas prepago o cybertarjetas-. Se trata de pequeñas tarjetas virtuales, separadas del resto de ahorros, en las que se deposita una pequeña cantidad de dinero para gastar en compras online. Al igual que las digital wallets, su utilidad se basa en que permiten comprar por internet sin necesidad de compartir datos sobre la tarjeta de crédito o la cuenta bancaria, y minimizan el riesgo de pérdidas por fraude al cargarla únicamente con el importe necesario para efectuar la compra del producto deseado.
Las entidades financieras cuentan con potentes plataformas digitales desarrolladas para ofrecer servicios bancarios en línea y que facilitan las transferencias de fondos de una cuenta a la otra, y de esta manera incrementan la comodidad de uso de las tarjetas electrónicas y del consumo por internet o móvil.
Más allá del dinero electrónico, también han surgido nuevos sistemas de pago ligados a los teléfonos inteligentes. En el ámbito de los m-payments, destaca el uso de la tecnología NFC (Near Field Communication) que están utilizando entidades financieras en colaboración con empresas de telefonía y que permite realizar pagos acercando el móvil, con la información sobre el titular de la cuenta insertada en la tarjeta SIM, al TPV (terminal punto de venta) de un establecimiento.
Algunas entidades han optado por las PayTags, un chip o tarjeta-chip vinculado a las tarjetas de crédito, de débito o de prepago, que se incrusta en el reverso del móvil y que también permite realizar pagos mediante tecnología contactless o sin contacto.
Por otro lado, existen aplicaciones de móvil que actúan como carteras digitales, almacenando los datos de una tarjeta y transformando esta información en un código de barras que luego se escanea para efectuar el pago, tal como lo hacen Lemon Wallet o Google Wallet. Algunos de estos métodos de pago representan en la práctica una evolución de la tarjeta de crédito tradicional (que ya también ofrece la posibilidad de realizar operaciones sin contacto).
El marco regulador también está en proceso de adaptación a la realidad de los nuevos medios de pago. Hace varias décadas, el paleontólogo Stephen Jay Gould hizo famosa una teoría de equilibrio evolutivo, según la cual el cambio evolutivo ocurre relativamente rápido pero alternado con largos períodos de estabilidad. Comprobó que tras siglos sin cambios, el oso panda había desarrollado en pocas generaciones un “pulgar” para arrancar mejor las hojas de los tallos de bambú. De un modo similar, la industria de los sistemas de pago tradicionales -más basada en el uso físico del dinero- parece destinada a dar paso a los nuevos sistemas de pago basados en instrumentos electrónicos y dinero electrónico… un cambio que podría consolidarse en muy pocos años.