A todos nos ha pasado alguna vez que una fotografía sale con tonalidades distintas a las que veíamos al momento de realizar la toma. Conozca cómo ajustar el balance de blancos para controlar estas condiciones.
Muchas veces, el accidente resulta afortunado y hasta nos congratulamos por haber logrado una imagen cálida, tirando al amarillo o a tonos rojizos, azules o hasta verdes. Incluso, con el uso de programas y aplicaciones que nos permiten añadir distintos filtros de color y efectos a nuestras tomas podemos justificar un tono ictérico diciendo que en realidad realizamos una “intervención artística”.
Seamos honestos: lo más probable es que se nos pasó ajustar el balance de blancos (WB) o no supimos cómo hacerlo. Pero no es tan grave; si sucedió eso fue porque probablemente hicimos la toma en modo manual, lo que denota entusiasmo por la fotografía profesional y la técnica fotográfica. Por ello, en esta ocasión, hablaremos de qué es el balance de blancos y cómo manejarlo.
El color en la fotografía
Lo primero que debemos tener en cuenta es que en fotografía, el color depende de la calidad de la luz (natural o artificial) que ilumina nuestro objeto. En el caso de la luz natural, no es lo mismo realizar la toma un mediodía soleado, que una tarde nublada. Igual pasa si estamos a la luz de una fogata o utilizando algún tipo de lámpara.
Las distintas fuentes de luz tienen dominantes o “temperaturas” de color que se miden en grados Kelvin, y en cualquier situación podemos sacar ventaja de la función WB de nuestra cámara para controlarlas en nuestras imágenes.
Temperatura de color
Durante el día, tenemos diferentes dominantes de color de acuerdo con la hora. Por ejemplo, la “hora azul” ocurre justo cuando acaba de salir el sol y cuando está a punto de ponerse o escondiéndose en el horizonte. Tiene dominantes azules que, por lo regular, favorecen mucho las tomas, tanto por las tonalidades que se logran, como por el tipo de sombras que se proyectan; lo mismo puede pasar en días nublados o con sombra. Al mediodía solemos tener una luz blanca, de unos 5,500° K; los atardeceres, en cambio, suelen tener dominantes anaranjadas o rojizas.
En el siguiente gráfico podemos observar las temperaturas de color de distintas fuentes luminosas.
Pensar al revés
¿Cómo funciona el WB de nuestra cámara? Para entenderlo, primero tenemos que comenzar a pensar a la inversa del gráfico que nos muestra las temperaturas de color; es decir que cuando deseemos hacer más cálida una toma, debemos aumentar la temperatura a unos 8,000 o 9,000° K (como la del cielo azul o parcialmente nublado); por el contrario, si queremos que una imagen luzca más fría, debemos bajar la temperatura hacia los 1,000 o 2,000° K (como un atardecer o la luz de las velas). Si lo que deseamos es que la fotografía no tenga ningún ajuste, lo mejor es usar unos 5,500° K.
El balance de blancos no sólo es un recurso para corregir las predominantes de color. Si se usa de forma creativa, también puede ayudarnos a lograr ambientes y efectos en la toma.
Opciones predeterminadas
Pero, a veces no tenemos tiempo ni paciencia para estar calculando cuál será la temperatura de color en determinadas situaciones, y para ello, las cámaras ya cuentan con algunas opciones. Las más frecuentes son las del siguiente gráfico:
•Las funciones de sombra y nublado eliminarán las dominantes azules para hacer que la imagen luzca más cálida.
• Las de luz de día y la de flash utilizan una temperatura de 5,500° K, lo que quiere decir que no realizan ningún ajuste.
• Las de luz fluorescente blanca y la lámpara de tungsteno (o incandescente) suelen usarse en espacios iluminados por bombillas potentes y eliminan los tonos rojos de las imágenes.
Las funciones anteriores suelen ser mejores que el automático, aunque en ocasiones nos seguiremos topando con problemas con los términos medios de temperatura de color, por ejemplo, en un amanecer o un atardecer, cuando hay modificaciones en la luz que, al sernos tan cotidianas, no notamos fácilmente. En estos casos, lo mejor es usar la función manual.
Balance de blancos manual
La función del ajuste de blancos personalizado nos permite establecer de forma más controlada y fina qué valor de blanco deseamos. Para realizar el ajuste necesitamos llevar con nosotros una hoja de cartulina blanca o gris medio, la cual usaremos para calibrar la cámara cada vez que nos enfrentemos a condiciones de luz diferentes.
En caso de no llevar la hoja blanca, basta con buscar y enfocar un objeto de color blanco y pulsar el botón de calibración de blancos. Así, la ganancia de las tres dominantes de color (rojo, verde y azul) se ajustará para dar el mismo nivel de señal bajo estas condiciones de iluminación, con lo que obtendremos imágenes con colores muy similares a los reales.
Corrección con software
Si la técnica nos falló, no todo está perdido, hay distintos softwares que serán nuestro salvavidas: los más comunes son Photoshop y Lightroom.
Con la herramienta “Curvas” de Photoshop, deberás añadir una nueva capa de ajuste a la imagen siguiendo la ruta: Capa > Nueva capa de ajuste > curvas. En la pestaña de “Ajustes” se abre un histograma y en la parte superior izquierda verás un desplegable con los distintos canales de color (rojo, verde y azul).
Para ajustar el balance de blancos tendrás que mover hacia arriba o hacia abajo la línea transversal del color que sea necesario hasta llegar al tono deseado. En ocasiones tendrás que hacer ajustes en los tres colores.
Otra opción para hacerlo desde Photoshop es mediante la ventana de niveles, en la que podrás mover los manejadores de cada color. Este método es más sencillo, pero implica pérdida en la calidad de la imagen.
Finalmente, si decidiste manipular la foto con Lightroom, el procedimiento es aún más fácil. Basta con ubicarte en la pestaña de “Revelar”, seleccionar el “Cuentagotas” que se encuentra en la parte superior del menú lateral derecho en la pestaña de “Básicos” y hacer clic en el punto que creas que debe tener el tono más blanco. Si no te convence el resultado, inténtalo en otro punto, o hazlo mediante los manejadores de temperatura y matiz ubicados junto al Cuentagotas.
Ya no hay pretexto, de ahora en adelante si tus fotografías tienen alguna dominante de color será porque tú así lo decidiste y no de chiripazo. La perfección se logra con práctica, con prueba y error y, sobre todo, con una visión clara de qué quieres lograr y cómo vas a hacerlo. Así que ¡adelante! Lánzate a hacer nuevas tomas y a experimentar con el color.