Bon appetit! La fotografía de alimentos

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Food-Photographers-001Durante siglos el hombre comía por lo que olía y después, por lo que veía. Después, aparecieron los restaurantes con menúes de diferente factura, desde el restaurante de un solo platillo referido en un anuncio en una tabla, hasta los restaurantes con mayor variedad de opciones y precio en un menú. A la aparición de fotos en los menús, la mecánica de selección de platillos cambió abruptamente: el platillo comenzó a elegirse por su apariencia.

Mucho se ha debatido sobre cuál es la mejor técnica para la fotografía de alimentos. Algunos escenarios y fondos se han convertido en un cliché. La tarea como fotógrafos sería recapitular e innovar el concepto. Ángulos, tonos, luz: ese es nuestro reto. Pero para innovar, también hay que tener en cuenta algunos consejos:

Naturalidad contra artificio
Lo importante es enfatizar el objetivo principal: la comida. Evita platos o recipientes con diseños o texturas que distraigan o que no vayan con el tipo de alimento a fotografiar: un mole verde va mejor un plato de barro y no en una vajilla china, por ejemplo. Para ello es necesario conocer los orígenes culturales de cada platillo y obrar en consecuencia al preparar la escena. Lo natural siempre nos llevará a una consecuencia lógica. El artificio siempre nos tenderá trampas.
El momento de verter una salsa, una sopa en un plato o llenar una taza de café humeante puede ser hipnotizante. Eso es un gran punto a considerar. Es aconsejable preparar toda la puesta en escena antes de servir el platillo.
¿Debe estar recién preparado? En la medida de lo posible, sí. La comida caliente pierde textura y brillo si se enfría, y se nota. Lo mismo para los platillos que se deben servir fríos. La foto en HD no miente y la honestidad se agradece al momento de ver el producto terminado.

Sé creativo
Toma las fotos desde diferentes encuadres. Busca diversas opciones y puntos de vista, gira el plato, busca el lado favorable del platillo. Emplaza el objeto y busca ángulos hasta el cansancio hasta lograr el mejor encuadre. Los planos cerrados dan una sensación de cercanía y complicidad.
Otra opción es tomar las fotos como si fueras el comensal. Siéntate a la mesa y mira el platillo “con ojos de hambre”. Que la foto sea realmente una tentación. Las fotos no tienen aroma, pero la intención sí se puede manipular. Es comida que “entra por la mirada”.
Considera la utilización del principio de los tercios para la realización de la foto colocando los platos armónicamente en la trama horizontal y los vasos, tazas o botellas en la vertical. O bien, una sección áurea. O cualquier otro principio ordenador. Esto es particularmente útil en las tomas cenitales.

Si vas a hacer las fotos en un ambiente natural
y cuentas con equipo de iluminación, no dudes en llevarlo.
Recuerda que debes tener una luz principal y una complementaria.

La luz
Algunos prefieren usar luz natural para platillos como desayunos y productos del mar. Pero hay que ser cuidadoso para que no se formen sombras muy fuertes. Controla la luz con filtros manuales, mantas, rebotadores, bloques de poliestireno expandido (unicel) y todo lo que se te ocurra.
Busca que la comida luzca luminosa, llena de energía, sobre todo los desayunos y las comidas, particularmente las frutas, helados y los productos del mar. Quesos, vinos y panes de fuerte sabor y consistencia son otra cosa; esos nos llevan a un ambiente de luz más tenue, como una hostería.
Las comidas rápidas siempre se capturan con luz artificial intensa. El colocar la cámara al ras del plato le da una sensación de abundancia.
Si vas a hacer las fotos en un ambiente natural y cuentas con equipo de iluminación, no dudes en llevarlo. Recuerda que debes tener una luz principal, que será la más intensa y la que ilumine la parte más importante o apetitosa del platillo, pero además debes tener, como mínimo, una luz complementaria o de relleno, la cual será menos fuerte y te ayudará a eliminar las sombras y a darle volumen al platillo.

Nitidez y profundidad de campo
El uso de diafragma abierto nos ayuda a enfocarnos en lo sustancial y desenfocar el entorno. El fondo puede ser un aliado –si enmarca y no distrae– o puede sabotearnos el cuadro.
Es preferible usar velocidades altas para evitar que el elemento fotografiado salga movido. Usemos un tripié para controlar la toma y asegurar la nitidez de la imagen, sobre todo cuando tengas que usar velocidades menores a 1/60.

Hazlos más apetitosos
Ciertos platillos deben ser mostrados a medias del proceso. Por ejemplo, las ensaladas se capturan sin aderezarse y los aderezos de presentan en una fuente adyacente al plato para que los alimentos no pierdan lozanía.
Las gelatinas pueden mojarse con algo de agua durante la sesión. Eso aumentará su atractivo. Las carnes, pueden presentarse a término medio o casi crudas, para que no pierdan su brillantez. Lo mismo sucede con ciertos tipos de pescados y frutos del mar.
Muchos de los platillos fotografiados pueden no ser del todo comestibles, pero eso sólo lo sabemos nosotros: los helados suelen ser de puré de papa barnizado, la crema batida será espuma de afeitar, y las gotitas de rocío en la fruta o el sudor de una botella que aparenta estar helada puede ser glicerina aplicada con un atomizador.

Bebidas
Los vinos son complicados de capturar. La tarea consiste en que en la imagen se perciba el cuerpo y el color. Nunca uses copas de baja calidad porque abaratarás la toma. Cuida la luz de tus flashes, buscando que sea rebotada para evitar los destellos en la cristalería.

El café es otro cantar. Casi siempre, el protagonista de la foto no es el café, sino la taza. Y casi nunca va solo. Siempre va bien acompañado junto a una galleta, un pan o un pastel.

Para que la cerveza se vea impecable, la luz intensa es recomendada para la clara, y para la oscura, un ambiente de media luz. No dudes en componer las escenas con algún platillo que maride con la cerveza al fondo, con un desenfoque razonable.

A las bebidas que requieren espuma, como el chocolate, o ciertos helados y pudines, se les puede agregar un poco –muy poco– detergente para lograr la espuma consistente por largo tiempo.

La paradoja de los restaurantes históricos –como el legendario Maxim’s de París– es que la comida siempre fue el gran atractivo y nunca dependió de una imagen. Los tiempos cambiaron y la economía de grandes corporativos depende mucho de las imágenes. No dejo de pensar en que haría Hercule Poirot (el legendario detective creado por Agatha Christie, que tenía por costumbre, si la comida era de su agrado, llevarse consigo el menú del restaurante que visitaba y agregarlo a su vasta colección) de haber existido las fotografías de alta definición en su momento. Vivimos tiempos visuales. Nunca antes tuvimos tantos recursos como ahora. Es hora de hacer goce y disfrute de ellos a plenitud. Bon appetit !

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