Parece del futuro, pero la tecnología de impresión 3D tiene muchos años desarrollándose, y nuestro país no se ha mantenido al margen, recientemente se anunció el lanzamiento de la primera impresora 3D 100% mexicana.
La tercera dimensión, ese aspecto de la física que ha servido para renovar una parte del cine y del mundo audiovisual, lleva ya unos años resaltando en el mercado de la impresión, pero lo cierto es que su verdadero auge no ha tenido lugar hasta este año. Réplicas exactas de llaves, cafeteras, cámaras de fotos; todo un surtido de productos fabricados en plástico y tan efectivos como sus originales. Arquitectos, médicos, diseñadores, empresas de manufactura, zapateros y hasta vendedores ambulantes ya han aprendido a sacarle partido a esta herramienta que, a pesar de lo futurista que pueda parecernos, lleva en desarrollo más de veinte años.
Una novedad poco novedosa
La primera impresora 3D surgió en 1987, con fines puramente industriales. Un experto sobre el tema es Javier Cruz, director general de la empresa Insoft, dedicada a la investigación de la impresión digital desde 1998: “Esta tecnología no es nueva, tiene alrededor de veinte años, pero se hizo accesible hace poco debido a que se abarataron los materiales con los que se construyen. Nosotros antes ofrecíamos servicio de prototipo, porque la impresora más barata costaba 20,000 dólares. Como no cualquier empresa tenía este capital, en 2005 empezamos a dedicarnos al servicio de prototipo rápido.”
Hace tres años venció la patente para prototipos y empezaron a abaratarse mucho las máquinas. Las que más se adquieren son las de oficina, ya que las industriales aún cuestan más de 20,000 dólares, debido a sus limitaciones; éstas últimas se diferencian de las primeras en que pueden imprimir piezas huecas, pero para ello han de manejar dos materiales, el plástico (ADS) y un material degradable en un líquido especial, lo que encarece el producto.
¿Cómo funciona una impresora 3D?
A pesar de los más de veinte años que lleva desarrollándose esta tecnología, la impresión en tres dimensiones de momento queda relegada exclusivamente al plástico. No obstante, ya se están intentando imprimir otros materiales, como el chocolate.
En las impresoras industriales no existe limitación formal: puede imprimirse todo lo que se pueda diseñar. En las de oficina, en cambio, no se puede imprimir cualquier objeto.
El tamaño de los objetos que imprimen las máquinas del grupo Insoft es de 5 y 9 pulgadas cúbicas (veinte centímetros), y la precisión es de .01 milímetros. Los objetos rectos son casi perfectos, mientras que las curvas pueden verse escalonadas (una cúpula, por ejemplo).
Las impresoras profesionales están pensadas para empresas que tienen que imprimir prototipos cada día. “No obstante, no pueden funcionar las veinticuatro horas. Los motores con los que están construidos son limitados. Nosotros aconsejamos que la máquina repose dos horas por cada cuatro de trabajo para que no se quemen”, dice Javier Cruz.
El archivo utilizado es STL, y gracias a una aplicación de diseño 3D se puede generar un objeto desde cero o modificar un modelo ya existente. Una vez que se tiene el archivo terminado, se envía a imprimir y éste pasa a G-code, que se traduce en los pulsos que trazan las trayectoria de inyección del plástico, calentado a 250º.
El tiempo de impresión depende de la complejidad de la pieza. La llave de una casa tardaría alrededor de ocho minutos. Un diseño muy complejo, como un busto, por ejemplo, puede llegar a tardar dieciocho horas.
Además, puede imprimir sobre relieves siempre y cuando no tenga un ángulo recto que deba sostenerse para que no se caiga la visión de plástico. “Han de ser objetos rectos; un árbol, por ejemplo, no se podría, pues no hay manera de soportar las ramas. Se irían cayendo”.
El precio de la tercera dimensión
Una impresora 3D puede llegar a costar hasta 2,900 dólares más tasas. El plástico cuesta alrededor de 40 dólares ($500) y se vende por rollos y kilos. El mercado libre es una opción, aunque ya hay distribuidores como el Grupo Insoft y tiendas como Home Dêpot donde adquirirlo.
Las impresoras 3D son cada día más accesibles: se pueden encontrar máquinas por 2000 dólares (unos $20,000). La tendencia es, de hecho, que bajen un poco más. “Ahora traemos las partes y las ensamblamos aquí”, explica Javier, “lo que abarata el costo. En el momento en que tengamos un proveedor local, podrá bajar más aún. Nuestros productos proceden de Europa porque la calidad de los materiales es mejor. Nosotros, de hecho, ofrecemos hasta un año de garantía en nuestros productos y en el servicio de mantenimiento y reemplazo de piezas”.
Ya tengo la impresora. ¿Cómo diseño mi producto?
La adquisición de una impresora en tres dimensiones resulta muy atractiva, sí, pero pocos se plantean antes de adquirirla un factor muy importante: el diseño del producto. Javier insiste en que “vienen muchos clientes decepcionados después de comprar una impresora porque no saben cómo diseñar el producto que quieren imprimir”.
El siguiente paso es que la gente aprenda a diseñar en 3D. Esto puede darse de dos maneras: una es copiando con un escáner en 3D. La otra es recurriendo a una empresa especializada en diseño 3D, aunque esto, obviamente, encarece el producto final. “En Insoft enseñamos a nuestros clientes a manejar el software. Damos un entrenamiento muy sencillo de veinte horas para que la gente aprenda a diseñar. Utilizamos un software llamado SolidWorks. Con usar el mouse es suficiente. Además, no hace falta que nos hayan comprado a nosotros la impresora, cualquier persona puede inscribirse. Tenemos oficinas en Monterrey, Guadalajara, Querétalo y en el DF”.
Conclusión
Actualmente, lo que se está buscando mejorar a nivel global es el tiempo de impresión, la precisión y la reducción de costos. En esto último, al menos, sí que parece coincidir buena parte del sector. No resulta entonces descabellado imaginar una sección de impresoras 3D en cualquier Walmart en las navidades del año próximo. Cada día más ciencia que ficción, lo que es evidente es que este prototipo de impresora abre dos nuevos campos en el mercado: el de la venta de la propia máquina y el del diseño del producto.