Textiles en su tinta

0
2894

Llenar una tela de color requiere un buen maridaje entre el pigmentos y las fibras, ya sea que imprima sobre algodón, poliéster o una mezcla sintética.

telas2La impresión textil es un verdadero entramado (y no hablamos sólo de los hilos del sustrato). A diferencia de otros materiales, los textiles presentan características particulares que vuelven bastante complejo el proceso de aplicar color a la tela en patrones o diseños definidos.

Entre técnicas y tirajes
Aunque el origen del estampado es difícil de determinar, se han encontrado registros asiáticos y egipcios que datan desde el año 400. Con el tiempo, este milenario arte se ha perfeccionado y diversificado al grado de ofrecer procesos modernos como la sublimación por transferencia, la impresión directa y, por supuesto, la serigrafía. Antes de comenzar a añadir un diseño al sustrato, es necesario que consideres algunos factores esenciales para determinar qué técnica es la correcta para la aplicación que tienes en mente.
De acuerdo con Robert Coleman, especialista en tintas para sustratos textiles en Nazdar SourceOne, se trata de una cuestión de tiraje. El verdadero meollo del asunto radica en calcular su punto de equilibrio en lo relativo a gastos de elaboración. Por ejemplo, la sublimación directa utiliza una gran cantidad de tinta, pero te ofrece menos gastos de elaboración y es ideal para tirajes cortos. Por otro lado, la serigrafía implica adquirir y preparar diseños y pantallas, pero te permite producir tirajes grandes cuando empleas diseños sencillos y pocos colores.
Desde un panorama general, la industria serigráfica cuenta con bastante popularidad en el sector del vestido y las prendas. Por otro lado, las ventajas de la impresión digital directa sobre sustratos suaves como la tela ha permitido que productos de gran tamaño, como los banners y el soft signage, encuentren en él un nicho de mercado. Sin embargo, esto no implica que no puedas realizar este último tipo de aplicaciones utilizando la serigrafía, especialmente si cuentas con los sustratos y tintas adecuadas para esta técnica.

Los sustratos
Antes que todo, hay que diferenciar dos conceptos que aparecerán en algún momento dentro de la imprenta: el teñido (dye) y el estampado (print). Aunque están íntimamente relacionados, el teñido ocurre cuando todo el tejido está cubierto uniformemente con un solo color, mientras que en la impresión textil se añade uno o más colores en ciertas partes dentro de patrones bien definidos.
Dicho esto, hay que reconocer que la serigrafía puede emplearse sobre prácticamente todo tipo de telas. Sin embargo, no todas se llevan bien con ciertas tintas y temperaturas de curado.
Tradicionalmente, los textiles 100% algodón se han caracterizado por ser el sustrato más sencillo de imprimir. Esto se debe a que no presentan migración de color o migración de teñido (es decir, la tinta no sufrirá cambios de color indeseados). Coleman señala que, aunque el precio de los sustratos de algodón ha bajado sustancialmente, las demandas del mercado han llevado a la industria a optar por materiales como 100% poliéster o mezclas poli-algodón (estilo “dri-fit”) para imprimir sobre prendas que funcionen bien contra la humedad y resistan al uso.
Sin embargo, el poliéster es una tela problemática. El reto principal está precisamente en vencer a la migración de color. Esta reacción química ocurre al momento de secar las tintas, es decir, en el curado. Lo que sucede es que pequeñas partículas del teñido del sustrato se transfieren a la tinta, causando una variación en su tinte o tono. En este caso, cuando la temperatura del curado rebasa los 300º F (148.8º C), la migración ocurre.
Para resolverlo, se han intentado fabricar tintas que puedan ser curadas a menor temperatura (290º F o 143.3º C). Asimismo, se sugiere agregar una base que bloquee o absorba estos dyes. Posteriormente se podrán agregar capas de tintas plastisol para lograr el color deseado.
Asimismo, el número de hilos también juega un papel en el proceso de producción. Digamos que cuenta con cinco telas blancas de diferentes proveedores. Dependiendo de cuánto gastaste en cada una, la calidad y el peso entre ellas variará drásticamente. Si colocas un sustrato ligero y otro pesado debajo de una lupa, descubrirás que el primero está compuesto por una menor cantidad de hilos. Si planeas utilizar una tinta plastisol (la cual actúa uniendo los espacios de aire entre las fibras), descubrirás que la mejor opción es la tela más pesada. Esto se debe a que, al haber menos espacio entre los hilos, no tendrás que emplear grandes cantidades de tinta. Visto de este modo, la calidad del textil puede ayudarte a ahorrar en el empleo de materiales.
Adicionalmente, la cantidad de hilos permite controlar la sensación táctil del diseño impreso. Si utilizas una tela corriente, tendrás que emplear más tinta, lo que a su vez dará como resultado un estampado áspero al tacto. Esto cobra gran importancia en aplicaciones como las prendas, especialmente ahora que los clientes han comenzado a demandar telas más suaves.
Sin embargo, esta misma demanda ha propiciado un nuevo reto para los impresores. Para añadir suavidad al textil, los proveedores se han dado a la tarea de cepillar las fibras, cosa que complica el proceso de aplicación de la tinta. Si no se logra “aplanar” las fibras adecuadamente, éstas podrían levantarse a través de la tinta y arruinar el efecto final del diseño.

Las tintas
Coleman señala que la tinta es precisamente el último punto en la tarea de impresión. Esto no implica que conocer y experimentar con las diferentes propiedades químicas de los insumos no sea fundamental. En realidad, su afirmación se refiere al proceso de educación y capacitación sobre lo que se puede hacer, lo que se debe hacer y las limitantes de esta técnica. Mientras que otras industrias se enfrentan a sustratos relativamente consistentes como el papel, la serigrafía textil maneja numerosas variables.

• El estándar de color. Uno de los principales problemas en este campo es el uso del estándar Pantone. Quizás te preguntes por qué representa una dificultad para los impresores. En primer lugar, el Pantone no fue diseñado para la serigrafía, sino para el offset. Coleman menciona que no es poco común que en las mismas guías impresas de Pantone haya variaciones de color provocadas por el paso del tiempo o, inclusive, la exposición al sol. Por ejemplo, si tú y tu cliente cuentan con un libro de guías Pantone, respectivamente, es posible que, aunque estén viendo el mismo Rojo-485, estén percibiendo diferentes tonalidades de rojo.

• La teoría del color. En esta industria, es raro que se empleen espectrofotómetros o lectores computarizados para leer el color. La aprobación de color es realizada por el ojo humano, mismo que también puede llegar a variar de acuerdo con el género de quien mire la impresión. Casi el 10% de la población masculina es daltónica, mientras que las mujeres suelen poseer un rango de apreciación y reconocimiento de colores más amplio.

• La luz. El metamerismo es un fenómeno óptico que puede provocarle muchos disgustos al impresor. Esto ocurre cuando un color se ve de determinada forma bajo una fuente de luz, y de otra al visualizarse con una fuente distinta. Para contrarrestarlo, es indispensable que la cadena de producción pueda comunicarse en el mismo lenguaje de iluminación.

Habiendo evidenciado las fallas en consistencia más comunes, tanto en tipos de luz como en el personal, es fácil reconocer que, antes que la tinta, es factible que más de una cosa haya salido mal.

Sistemas de color y tintas especiales
Otra situación particular sucede cuando se intentan conseguir los mismos tonos en sustratos de distintos colores o telas. Para lograrlo, se suelen utilizar sistemas de color, generalmente los que están compuestos por una base y concentrados de pigmentos. La mayoría de estas fórmulas están reglamentadas por Pantone, lo cual es de gran ayuda si tu cliente es una empresa grande o transnacional. De este modo, podrás adquirir el color que ellos establezcan, como un Rojo-385, sin necesidad de jugar al alquimista en tu taller. Ya sólo será cuestión de ajustar los niveles de pigmento para satisfacer necesidades específicas de tu cliente.
El sistema de base y pigmento funciona de la siguiente manera: se incluye primero una base neutral o clara de un color lechoso, a la cual se le añade la pigmentación para adecuar el color. Con “fórmulas preestablecidas” nos referimos a cantidades específicas que deben añadirse a la base para lograr un color Pantone previamente aprobado.

Agradecemos a Robert Coleman de Nazdar SourceOne por la información proporcionada para la elaboración de este artículo.

Previous article“Piezas a la cabeza” lo último en avances de cabezales
Next articleALLWIN México sube la velocidad de impresión en el mercado de gran formato