Retratar la esencia, fotografía de rostros y personas

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Además de cuidar detalles técnicos como la luz y el escenario, favorecer un ambiente agradable le ayudará a capturar la expresión natural del modelo y obtener un mejor resultado en su retrato.


Todos hemos fotografiado a alguien más, y a veces al mirar la imagen es común que veamos que no hemos logrado el efecto deseado. Y es que no se trata de simplemente captar un rostro o un cuerpo: mediante el retrato podemos reflejar la esencia de una persona, sus rasgos físicos, su personalidad, sus creencias, sus gustos y aficiones, pero también la podemos transformar en alguien totalmente distinto. Presentamos algunas técnicas y trucos para conseguir retratos perfectos.

La luz
No necesariamente se requiere de un equipo de iluminación especial. Aunque en el estudio podemos tener un control mucho más preciso de cómo incide la luz sobre el individuo, la luz natural –que por lo regular procede de una sola dirección– también nos ofrece muchas posibilidades.
Si contamos con equipo, podemos aluzar en más direcciones con un mayor control de los efectos e intensidad. La decisión es del fotógrafo, de acuerdo con su presupuesto y el ambiente que quiera reflejar en sus tomas.

Hay seis direcciones básicas en las que incide la luz sobre el individuo y que se pueden combinar para dar excelentes resultados:
• Frontal.
• Cenital.
• Inferior.
• Posterior o cotraluz.
• Lateral.
• Tres cuartos.

La luz frontal, si es la única fuente de iluminación, quita volumen y suele provocar muecas desagradables en la expresión, pero si se utiliza suavizada suele ser un complemento excelente para la luz lateral o la luz cenital.

Tal vez la menos adecuada para usarse sola es la luz cenital, porque provoca sombras indeseadas en el rostro. Esto se puede matizar mediante el uso de un flash de relleno, o mejor aún, utilizar un reflector que proyecte la luz desde abajo del rostro.

La luz inferior no se utiliza con frecuencia, pero suele servir para crear ciertos efectos dramáticos, sobre todo en escenas de terror.

La luz lateral (primera hora de la mañana o al final de la tarde) es la favorita para las tomas de retrato al aire libre, ya que produce tonalidades espectaculares, da contraste y resalta el volumen del rostro. Es ideal para potenciar las texturas (rostros con arrugas, por ejemplo).

El contraluz bien utilizado puede dar buenísimos resultados. Cuando se quiere conservar la expresión del rostro y no solamente mostrar la silueta hay que medir la luz sobre la cara del sujeto, bloquear la exposición e ir al lugar desde donde se realizará el disparo. Hay que procurar que la luz no incida directamente sobre el lente. Si los ojos se ven apagados aunque la exposición sea correcta, utilice un reflector para iluminar las sombras indeseadas.

El flash
El temor al uso del flash tiene mucho que ver con la inexperiencia al usar este dispositivo. En interiores con poca luz es muy útil rebotar la luz del flash en el techo o en la pared para trabajar con un ISO bajo.
Sirve para eliminar sombras indeseadas en los retratos. Prueba bajar la intensidad, separar el flash de la cámara y colocarlo a unos 45˚ del sujeto. Si logramos iluminar a la persona sin aluzar el fondo, mucho mejor.
Si la piel del modelo es muy clara, lo mejor es usar luz natural porque el flash puede desvanecer los detalles del rostro, pero si es de tez oscura es recomendable usar un flash de relleno para aumentar el contraste y no perder información.

Los reflectores
Muchas veces el flash no es lo más adecuado aunque haga falta luz, por ejemplo, al fotografiar niños o bebés, quienes se incomodan con los destellos. Para ello son muy útiles los reflectores, que pueden ser desde cartulinas blancas, una tabla de unicel forrada con papel aluminio, una superficie dorada, hasta accesorios más profesionales que se pueden conseguir en las tiendas de fotografía.

El objetivo
La distancia focal es crucial. Si se utiliza un lente angular (entre 17 y 35 mm) el sujeto saldrá distorsionado, el objetivo normal (entre 35 y 55 mm) registra las cosas de la manera más parecida a como la ve cualquier persona, y el teleobjetivo (80 mm en adelante) aplana las imágenes y da la sensación de que las cosas están más cerca unas de otras. Los tres se pueden manejar con flexibilidad, por ejemplo, un teleobjetivo moderado puede ser muy útil para primeros planos o para desenfocar el fondo, y un primer plano tomado con un angular puede distorsionar las facciones del modelo o dar la sensación de profundidad o amplitud.

En exteriores es mejor que las aperturas no pasen de f/4, ya que si pasamos a números más altos la profundidad de campo se hace mayor y la persona pierde protagonismo.
Juega con las distancias focales; mientras avanza la sesión, el modelo se va relajando y esto hace que puedas usar lentes más cortos o acercarte mucho más.
Espontaneidad
La espontaneidad es decisiva, sin embargo no siempre es fácil conseguirla. Para lograr una expresión natural es básico conversar con el modelo antes de comenzar a hacer las tomas y durante la sesión, adoptar una actitud amable, relajada e incluso hacerlo reír (fotógrafos poco agraciados para los chistes, ¡absténganse!).
No hay que buscar la clásica sonrisa de foto sino lograr que quien observe el resultado se convenza de la expresión, sea cual sea. Para evitar la “cara de foto” hay que realizar cuantas tomas sean necesarias y probar con distintos ángulos y distancias.
Dedica el mayor número de horas posibles para seguir a tu modelo en distintos ambientes y escenarios. Cuando el fotografiado se olvide de la cámara captarás las expresiones más naturales.

La pose
Si nos ponemos formales, el retrato clásico se basa en el close up del rostro de la persona, sobre todo en la mirada. Por lo regular la iluminación suele venir de arriba, a la izquierda del sujeto y la luz de relleno del lado derecho o viceversa.
La posición totalmente de frente a la cámara suele ser plana y sin chiste. Es mejor que la persona tenga un lado del cuerpo adelantado y que esté parado con un pie por delante.
Para lograr expresiones más naturales, busca que el modelo no mire siempre a la cámara.
Si el modelo está un poco recostado hacia atrás, muestra distanciamiento, si está un poco inclinado hacia delante muestra cercanía y calidez, y si está sentado se sentirá cómodo y lo reflejará en la foto. Además de las poses clásicas, busca jugar con distintas posiciones, y para complementar la toma utiliza algún objeto que tenga que ver con su trabajo o sus aficiones.

El close up clásico contempla cinco ángulos:

Frontal. Con el rostro de frente, no así el cuerpo, que tiene un hombro ligeramente adelantado.
Perfil frontal. Muestra la mejilla completa. El rostro se dibuja por la frente, la nariz, la boca y la barbilla.
Perfil trasero. Sólo se ve el perfil y se toma desde atrás del modelo.
Tres cuartos trasero. La cámara ve la mejilla desde la espalda.
Tres cuartos delantero. Vemos tres de las cuatro partes del rostro.

El retrato grupal
Cuando se trata de varias personas, asegura unas tomas con la clásica foto posada de grupo y luego prueba ponerlos a distancias y en posiciones diferentes para jugar con los encuadres y perspectivas. Trata de que la gente se relaje y disfrute.

El fondo
En el caso del retrato es preferible que el fondo no llame mucho la atención, sea neutro y, de ser posible, esté desenfocado.

Maquillaje
No sólo los modelos profesionales deben maquillarse; polvearse la nariz puede ser un factor fundamental para resaltar las facciones y evitar brillos indeseados en el rostro.
Como mínimo, hay que utilizar polvos traslúcidos y una barra para hidratar los labios (aunque no tenga color).

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